Francis Ford Coppola, el legendario director detrás de obras maestras como “El Padrino”, está vendiendo una colección de sus relojes personales de lujo, incluyendo un prototipo único valorado en un millón de dólares, en un intento por recuperar una parte de las devastadoras pérdidas financieras de su más reciente película, “Megalopolis”.
Es bien sabido que el proyecto, que Coppola gestó durante décadas, fue un fracaso comercial. El icónico director invirtió 120 millones de dólares (aproximadamente 2,100 millones de pesos) de su propio dinero, vendiendo parte de su imperio vinícola para financiarlo. La película, sin embargo, solo recaudó 14.4 millones de dólares en taquilla.
Ahora, en un movimiento para mitigar el golpe financiero, Coppola ha recurrido a la casa de subastas Phillips de Nueva York para vender siete de sus relojes más preciados en un evento que se celebrará el 6 y 7 de diciembre.
La Joya de la Corona: Un Reloj Único en su Especie
La pieza central de la llamada “Colección Coppola” es el prototipo F.P. Journe FCC, un reloj que Coppola ayudó a diseñar en colaboración con el afamado relojero François-Paul Journe a lo largo de una década. Su característica más deslumbrante es una mano de titanio inspirada en una prótesis del siglo XVI, cuyos dedos se extienden y retraen en secuencias para indicar las horas, mientras que los minutos se leen en un anillo giratorio.
Es una de las tres únicas versiones existentes, y la última se vendió en una subasta benéfica en 2021 por 4.5 millones de francos suizos (casi 88 millones de pesos). Se espera que el prototipo personal de Coppola alcance al menos un millón de dólares (unos 17.5 millones de pesos). Irónicamente, el director usó el reloj en el estreno de Megalopolis en mayo.
Otro reloj destacado, con un valor estimado de hasta 240,000 dólares, fue un regalo de su difunta esposa, Eleanor.
Fiel a su Visión, a Pesar de las Consecuencias
Coppola nunca ha rehuido las dificultades financieras que le trajo Megalopolis. En marzo, declaró que no tenía dinero para su próximo proyecto. Sin embargo, se ha mantenido ferozmente orgulloso de la película. Incluso aceptó con humor un premio Razzie, calificándolo como un “honor distintivo” en una época en que “pocos tienen el coraje de ir en contra de las tendencias”.
La decisión de vender sus posesiones más queridas para respaldar su visión artística es un testimonio del compromiso inquebrantable de Coppola con el cine, un gesto que lo consolida, para bien o para mal, como uno de los últimos verdaderos autores de Hollywood.




